¿Alguna vez te han dicho o has dicho a una persona, ponte derecho??!!
¿Y cuántas veces después de la advertencia, la persona se pone derecho por un momento, pero pronto vuelve a la posición inicial??
Puedo estar de acuerdo con vosotros, que en muchas ocasiones y en ciertas personas, la postura puede ser un problema de actitud. Timidez, miedo, inseguridad, abandono… expresado a través de la posición corporal.
Pero, si os digo que un porcentaje muy alto de la gente a la que decimos, ¡ponte de pie!, simplemente no puede? No es algo que dependa de la voluntad, es una incapacidad.
El cuerpo es una estructura viva, que cada día está sometida a millones de fuerzas (externas e internas) que tenemos catalogadas de gestos o acciones (cotidianas o deportivas), pero que para el cerebro son fuerzas con las que debe convivir y, por lo tanto, necesita recursos para poder asumirlas.
¿Y cuáles son estos recursos que el cerebro tiene para poder asumir y manejar estas fuerzas? Bueno, es muy simple, los músculos.
Se genera un vínculo entre el Sistema Nervioso Central (cerebro) y el músculo, donde el cerebro es responsable de dirigir los diferentes músculos (a través de impulsos eléctricos) para que la fuerza apropiada ocurra en el momento preciso. Como resultado de esta sincronización armónica, se produce el movimiento.
A veces por el tipo de vida que llevamos, el estrés físico, psíquico, las deficiencias alimentarias, las pocas horas de sueño… la conexión que se produce entre el cerebro y el músculo pierde eficacia. Y como resultado, la capacidad contráctil del músculo disminuye y su función de generar movimiento y control sobre las articulaciones, se ve afectada.
Cuando la función muscular disminuye, y el músculo es incapaz de generar fuerza, nuestra capacidad para gestionar las fuerzas del día a día también disminuye. Si esta situación continúa con el tiempo, eventualmente generará modificaciones en nuestra postura corporal. De esta manera, ya podemos depositar todos nuestros esfuerzos diciéndole a la columna que se mantenga erguida, pero no sucederá.
En esta disfunción muscular es precisamente donde se enfocan las Técnicas de Activación Muscular. La activación es una herramienta capaz de identificar individualmente todos y cada uno de los músculos que han perdido su función y también permite corregir estas alteraciones de la comunicación eléctrica entre el sistema nervioso y el músculo, con el objetivo principal de restaurar las capacidades contráctiles de los músculos y por lo tanto su función. Haciéndonos más hábiles y eficientes, evitando posibles lesiones.
A mejor función muscular (más herramientas), más capaz será nuestro cuerpo para contrarrestar todas aquellas fuerzas que le lleguen en el día a día, y más fácil será poder mantener una postura adecuada sin la necesidad de ponerle voluntad.